La antigua China es conocida por haber tenido algunas de las formas de castigo más crueles y brutales de la historia.
Entre estas prácticas, destaca una forma de ejecución particularmente horripilante conocida como "corte de cintura" o "lingchi". Esta ejecución, como su nombre sugiere, consistía en cortar literalmente a una persona por la mitad a la altura de la cintura.
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El corte de cintura era considerado uno de los castigos más severos y estaba reservado para los criminales que habían cometido los delitos más graves, como la traición, el parricidio o crímenes particularmente atroces contra el estado o la familia real. Lo que hacía este método de ejecución especialmente aterrador era que la muerte no era instantánea. Debido a la naturaleza del corte, muchas víctimas permanecían conscientes y vivas durante un tiempo después de ser cortadas, lo que prolongaba su agonía de manera inimaginable.
Durante la dinastía Qing (1644-1912), última dinastía imperial de China, se registró un caso particularmente impactante que involucró a un funcionario gubernamental. Este oficial fue descubierto malversando fondos públicos, un crimen considerado extremadamente grave en la China imperial, ya que se veía como una traición directa al emperador y al estado. Como castigo por su delito, fue sentenciado a morir por el método del corte de cintura.
Lo que hace que este caso sea especialmente notable y escalofriante es lo que ocurrió después de que el funcionario fuera cortado. A pesar del dolor inimaginable y la pérdida masiva de sangre, el hombre no murió inmediatamente. En un acto de resistencia final, o quizás como un intento desesperado de expresar el horror de su situación, el funcionario utilizó su propia sangre como tinta para escribir el carácter chino '慘' (cǎn), que significa "horrible" o "brutal", siete veces antes de sucumbir finalmente a sus heridas.
Esta historia llegó a oídos del emperador Yongzheng, quien gobernó China de 1722 a 1735. El emperador, conocido por sus reformas y su intento de combatir la corrupción en el gobierno, quedó profundamente impactado por el relato. La brutalidad del castigo y la resistencia mostrada por el funcionario condenado aparentemente tocaron una fibra sensible en el emperador.
Como resultado de este incidente, el emperador Yongzheng tomó la decisión de abolir esta forma particular de ejecución. Esta acción fue significativa, ya que representó un paso hacia la humanización del sistema penal chino, que hasta entonces había sido conocido por su severidad extrema.
Es importante señalar que, aunque el corte de cintura fue abolido, otras formas de ejecución y castigos crueles continuaron existiendo en China durante mucho tiempo después. No fue hasta finales del siglo XIX y principios del XX, con la caída de la dinastía Qing y la modernización gradual de China, que se produjeron reformas más amplias en el sistema legal y penal del país.
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