Una joven sueca que se autodescribía como poseedora de una belleza extraordinaria y encantos altamente seductores publicó un anuncio anónimo en Craigslist.
Buscaba a un hombre rico con ingresos superiores a 500.000 dólares anuales, además de cumplir otras condiciones específicas. La propuesta, planteada como un intercambio de atributos físicos por estabilidad económica, recibió una respuesta detallada de un supuesto inversor que analizó la situación desde una perspectiva financiera. Ver Lo que nunca te enseñaron
El comentarista, quien afirmó superar los requisitos económicos exigidos, rechazó la oferta argumentando que se trataba de una transacción comercialmente desequilibrada. Según su análisis, la belleza funcionaría como un "activo depreciable" con una curva de valor descendente, mientras que su capital financiero actuaría como un "activo apreciable" con tendencia al crecimiento. Subrayó que, aunque el intercambio parecía justo en el corto plazo, la depreciación acelerada de los atributos físicos -comparables a productos con fecha de caducidad- generaría un desbalance insostenible en el mediano plazo.
Desde su perspectiva como hombre de negocios, el riesgo residía en que la joven ofrecía un bien perecedero (su juventud y atractivo) a cambio de un capital con proyección de revalorización. Mientras él podría incrementar sus ingresos año tras año mediante inversiones, el valor central de su contraparte disminuiría irremediablemente con el tiempo. Esta asimetría, según el inversor, convertía la propuesta en una mala decisión financiera, equiparable a adquirir un producto de lujo que pierde valor inmediatamente después de su compra. La réplica, aunque fría en su planteamiento económico, expuso cómo ciertas dinámicas relacionales modernas replican modelos mercantiles tradicionales, sometiendo incluso el amor al análisis costo-beneficio.
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