Hace 30 años, en 1994, Ucrania tomó una decisión histórica al firmar el Memorándum de Budapest, un acuerdo que marcó un hito significativo en la política de no proliferación nuclear global. Este acuerdo implicaba que Ucrania renunciara voluntariamente a su arsenal nuclear, heredado tras la disolución de la Unión Soviética, a cambio de garantías de seguridad por parte de Estados Unidos, Reino Unido y Rusia. En ese momento, Ucrania poseía un arsenal impresionante que incluía 3.000 ojivas nucleares tácticas, 1.900 ojivas nucleares estratégicas, 176 misiles balísticos intercontinentales y 42 bombarderos estratégicos. Esta magnitud convertía a Ucrania en la tercera potencia nuclear del mundo, solo por detrás de Estados Unidos y Rusia. La decisión de Ucrania fue vista como un paso significativo hacia la reducción de armas nucleares globales y un compromiso con la paz internacional. Al renunciar a su capacidad nuclear, el país se alineó con los esfuerzos globales para limitar la proliferación