Descubre el asombroso poder del efecto placebo: cómo la mente influye en el cuerpo y transforma la salud. ¡Sorpréndete con sus secretos!
La relación entre cerebro y salud ha sorprendido desde siempre, pero sólo ahora se empiezan a conocer los mecanismos que la controlan.
Ver El poder
de tu mente
Creer o no creer, esa es la cuestión. Bueno, más bien parte de la cuestión cuando hay que vencer una enfermedad. Desde luego, la fe no cura todos los males ni sustituye las medicinas, pero los médicos están cada vez más seguros de que es un complemento importante: la mente parece tener más poder sobre el cuerpo del que la ciencia occidental suele concederle.
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Efecto placebo en el cuerpo |
El optimismo, saber manejar el estrés cotidiano, la práctica de ejercicios mentales como la meditación, o la mera convicción de que ese facultativo o esa pastilla logran curar, ya ejercen un efecto positivo sobre la salud. Lo demuestra el famoso efecto placebo, que, por ejemplo, en casos de depresión se asocia incluso a cambios en la actividad cerebral, según acaba de demostrar un equipo estadounidense. Sin embargo, los mecanismos fisiológicos que explican estos hechos siguen siendo un misterio. Los científicos quieren entender el “cómo funciona” de la interacción mente-cuerpo, y aprender a sacarle más partido.
Fármaco inexistente
El efecto placebo es el fenómeno por el cual algo que no tiene un principio activo farmacológico sí tiene, sin embargo, un efecto constatable sobre la salud. “Estos efectos han sido documentados por un número cada vez mayor de evidencias”, se explica en una guía de los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses destinada a financiar proyectos de investigación del fenómeno del placebo.
“Placebo” se relaciona con “placer”. El término se acuñó en el siglo XIX y quería decir “algo que se da al paciente más para satisfacerle que para curarle”. Pero más tarde, a mediados del siglo XX, se vio que sí cumplía un papel. Hace cuatro décadas, el cardiólogo Leonard Cobb comprobó que una de las operaciones que realizaba, basada en hacer pequeñas incisiones en el pecho y disponer las arterias de forma que el flujo sanguíneo al corazón aumentara, tenía el mismo efecto en los pacientes que si se hacían las incisiones pero no se tocaban las arterias, con lo que la operación dejó de practicarse.
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Efecto placebo en el cuerpo |
Hoy, en los ensayos de fármacos nuevos se incluyen píldoras o jarabes sin principio activo alguno, pero del mismo aspecto que el fármaco real, para poder diferenciar la acción de este último de un mero efecto placebo. Pueden ser simples píldoras de azúcar, pero, por increíble que parezca, a veces tienen tanto efecto como el fármaco. Peptide Therapeutics, una compañía británica de biotecnología, sufrió hace unos años una caída en bolsa cuando se demostró que sus nuevos medicamentos antialergia no mostraban más efectos que el placebo. Con los ensayos aún en marcha, un portavoz de la empresa reveló que los resultados eran tan buenos que un 75% de los pacientes ya no mostraba síntomas; más tarde se vio que la gran mayoría de quienes tomaban sólo placebo mejoraban exactamente en la misma medida.
Pero el efecto placebo no se consigue sólo con píldoras falsas. “También puede ser visto como un subtipo de los ejemplos en que la mente tiene un efecto sobre el cuerpo, como los efectos psico-fisiológicos de las creencias religiosas, de la meditación... y el efecto de los sistemas culturales y económicos en la prevalencia y gravedad de las enfermedades”, señala el NIH. Es decir: las creencias tienen un efecto nada despreciable.
Ver Lo que
nunca te enseñaron
¿Puede curar la fe?
El efecto placebo induce cambios
fisiológicos observables. Uno de los últimos ejemplos es el trabajo del equipo
de la Universidad de California (EEUU) publicado en enero: demostraba que un
tratamiento placebo en pacientes con depresión no sólo mejoraba los síntomas, sino
que también provocaba cambios en el cerebro detectables con un
electroencefalograma. “Nadie había estudiado antes el cerebro de pacientes
tratados con placebo, porque se supone que el placebo no es un 'tratamiento';
no esperábamos cambios en la actividad cerebral de los pacientes, y al
principio resultó sorprendente”, explica en su web Andrew Leuchter, autor del
trabajo.
Pero Leuchter también afirma que,
tras analizar los resultados, su sorpresa disminuyó: “En realidad no debe
sorprender tanto, puesto que, si hay mejoras, sea con placebos o con fármacos,
es esperable que la actividad cerebral cambie”. Lo realmente nuevo era que los
cambios en la actividad cerebral se presentaran en áreas distintas del cerebro,
según se hubiera administrado fármaco o placebo, pese a que el efecto sobre los
pacientes parecía ser el mismo en ambos casos. “Sería la primera vez que
tratamientos que producen el mismo resultado clínico –mejoría de la depresión–
se asocian a cambios diferentes en la función cerebral”, dice Leuchter.
Una recientísima investigación
publicada el pasado 8 de mayo sobre los efectos del azúcar (que se utiliza
habitualmente como placebo) en los enfermos de depresión ha venido a complicar
las cosas. El trabajo, firmado por el psiquiatra estadounidense Arif Khan,
llega a la conclusión de que, en los grupos en que se prueban fármacos, un alto
porcentaje de los que toman el medicamento mejoran, pero quienes toman azúcar,
también.
La explicación de Khan a este hecho no es que el azúcar tenga
propiedades curativas, sino que los enfermos que participan en este tipo de
estudios reciben mucha más atención personal de sus médicos que los sometidos a
un tratamiento convencional. Khan parece creer que esos minutos de más que les
dedican los facultativos son los que de verdad hacen de efecto placebo.
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