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El secreto de la felicidad es muy simple, céntrate en lo que depende de ti y acepta sin actuar las que no dependen de ti.
Qué depende de ti
En cuanto a todas las cosas que existen en el mundo, unas dependen de ti, otras no dependen de ti. De ti dependen; tus opiniones, tus movimientos, tus deseos, tus inclinaciones, tus aversiones; en una palabra, todas tus acciones. Las cosas que no dependen de ti son: el cuerpo, los bienes, la reputación, la honra; en una palabra, todo lo que no es nuestra propia acción.
Las cosas que dependen de ti son por naturaleza libres, nada puede detenerlas, ni obstaculizarlas; las que no dependen de ti son débiles, esclavas, dependientes, sujetas a mil obstáculos y a mil inconvenientes, y enteramente ajenas. Recuerda pues que, si tú crees libres, a las cosas por naturaleza esclavas, y propias, a las que dependen de otro; encontrarás obstáculos a cada paso, estarás afligido, alterado, e increparas a Dios y a los Hombres.
En cambio si tú tienes, a lo que te pertenece, como propio y, a lo ajeno como de otro; nunca, nadie, te forzará a hacer lo que no quieres ni te impedirá hacer lo que quieres. No increparás a nadie, ni acusarás a persona alguna; no harás ni la más pequeña cosa, que no desees; nadie, entonces, te hará mal alguno, y no tendrás enemigos, pues nada aceptarás que te sea perjudicial. Aspirando entonces a tan grandes bienes, recuerda que tú no debes trabajar mediocremente para lograrlos, y que, en lo que concierne a las cosas exteriores, debes enteramente renunciar a algunas y diferir otras. Pues si buscas armonizarlas, y ambicionas estos bienes y también riquezas y honores, quizá no obtengas ni siquiera éstos últimos, por desear también los otros; pero con toda seguridad, no obtendrás los únicos bienes con los que logras tu libertad y felicidad.
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Céntrate en lo que depende de ti y serás feliz |
Así, ante toda fantasía perturbadora, está presto a decir: “tú no eres sino una imaginación, y en absoluto eres lo que parece”, enseguida examínala con atención y ponla a prueba, para ello sírvete de las reglas que tienes, principalmente con esta primera que es, a saber: de si la cosa que te hace penar es del número de aquellas que dependen de ti o de aquellas que no están en tu poder. Di sin titubear: “Esa en nada me atañe”.
Los deseos
Recuerda pues que: el objeto de tus deseos, es obtener lo que tú deseas, lo que anhelas; tú no te lamentarás de nadie; no acusarás a nadie, no harás nada, ni siquiera la cosa más pequeña, sin que corresponda a tú deseo; entonces, nadie te hará mal, y no tendrás enemigos, pues nada que no desees te motivará. Y que, el objeto de tus temores, es evitar lo que temes. Quien no logra lo que desea es desafortunado, y quien cae en lo que teme es miserable. Si no rechazas sino lo que no corresponde a tu verdadero bien, y que depende sólo de ti, entonces nunca caerás en lo que no deseas.
En cambio si te empeñas en huir de lo que temes, como la muerte, la enfermedad, la pobreza, serás miserable. Si tal ha sido tu elección, conduce entonces tus miedos, y pásalos de las cosas que no dependen de ti, a las que sí dependen; y, en cuanto a los deseos, suprímelos enteramente, por el momento. Pues si tú deseas alguna cosa que no está en tu poder, necesariamente, estarás fracasado; y, en cuanto a las cosas que están en tu poder, no estás en estado aún de saber cuál es la que deseas. Mientras lo sabes, conténtate por el momento con escucharte y analizar las cosas, pero lentamente, siempre con reservas y sin prisa pero sin pausa.
Todo lo que has leído lo escribió Epicteto, un hombre sabio, hace 2.000 años. También escribió cosas igual o más interesantes (ver enlace)
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