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Los peligros de la televisión

Cuanto más tiempo se pasa delante de un televisor, más proclive se es a percibir el mundo real como se representa en los programas.

Quien controla los medios de comunicación controla las mentes.

JIM MORRISON

El húngaro-estadounidense George Gerbner, que dedicó su vida al estudio de la comunicación, ideó la llamada «teoría del cultivo». En ella exponía los efectos de crecer en una sociedad en donde la televisión es la reina de los medios de comunicación. 

Los peligros de la televisión
Los peligros de la televisión
Según Gerbner, cuanto más tiempo se pasa delante de un televisor, más proclive se es a percibir el mundo real como se representa en los programas. Su estudio se centró especialmente en los seriales de larga duración.

Dado que la televisión se ha convertido en parte indisoluble de la sociedad y la comunicación actuales, no deberíamos despreciar su potencial para construir el relato de la vida social. La mayoría de la población la consume no con una finalidad concreta, sino como un ritual. Ponemos las noticias a mediodía, vemos los concursos de la tarde y la serie de la noche como hábito, sin darnos cuenta de que todo ello conforma una visión concreta de lo que se supone que es la vida, de que la exposición a esta continua fuente de información reconduce nuestros valores y creencias. 

Para evitar la pérdida de audiencia, y por tanto de beneficios, una de las estrategias utilizadas por las cadenas de televisión es el mimetismo mediático, que consiste en imitar, tanto como se pueda, los formatos y contenidos exitosos de la competencia. Así, no solo nos hablan de los mismos asuntos en los informativos, sino que se emiten programas y series que son copias unos de otros (debates políticos y sociales similares, concursos musicales o de cocina, entrevistas con tintes personales, etcétera). Este miedo a diferenciarse, a arriesgar en originalidad y perder audiencia, es otro elemento que refuerza la teoría del cultivo, pues ningún medio quiere ser el pionero de una nueva forma de entender la televisión.

Esta teoría ha sido demostrada en numerosos estudios, en el sentido de que la realidad simbólica emitida por las televisiones es considerada como real por las personas que pasan muchas horas frente a la pantalla. Si se ven, por ejemplo, noticias, películas y series en las que la violencia es constante, los espectadores considerarán que las calles son peligrosas, aunque no hayan sufrido ningún episodio violento ni la confirmen los informes policiales. 

Muchas deformaciones de la realidad implantadas en la mente de la audiencia generan frustración cuando se contrastan con la situación social real, como puede ser la aparente vida opulenta y sin esfuerzo de algunos personajes televisivos, en contraposición con las exigencias y penurias de la vida.

También vemos a diario un claro intento de los medios de imponer realidades sociales ficticias o deformadas con el objetivo de que, paulatinamente, la audiencia acepte transformaciones sociales, como sucede con la sobrerrepresentación de ciertos comportamientos, modelos de familia o preferencias sexuales.

Además, la televisión actual se ha volcado en el puro entretenimiento, en ocasiones camuflado como debates, generalmente de tinte político, que en muchos casos se convierten en propaganda encubierta. En vez de aportar la realidad de forma objetiva, el hecho de que participen tertulianos de posiciones enfrentadas —aunque solo representen el papel en el que se les ha encasillado— pero todos parezcan tener razón no hace más que profundizar en el relativismo que ha impregnado con fuerza la sociedad. Se ha creado una atmósfera demagógica y oportunista en la que el principio imperante es que todo vale, que cualquier cosa es opinable y cuestionable, incluso por los menos avezados en el tema tratado, los cuales, a menudo, son los que más elevan la voz en un intento de imponerse, aunque nada más sea por el volumen, el tono o la desfachatez.

El establecimiento de agenda

La primera página del New York Times del día en que se escriben estos párrafos contiene ocho nuevas historias importantes. Cuatro de ellas, o la mitad, son propaganda.

EDWARD BERNAYS ,

Propaganda

La información manipulada que transmiten los medios no tiene únicamente una finalidad comercial o política de corto alcance, sino que también responde a proyectos de reprogramación social más amplios. 

La sobredimensión de un asunto respecto de otros determina qué temas son percibidos como fundamentales por la sociedad. La selección de noticias de los medios condiciona nuestra percepción, focaliza nuestra atención, nos indica lo que es importante, omitiendo otros asuntos que puedan ser más relevantes para nuestras vidas.

Esta estrategia, que se conoce como «establecimiento de agenda», fue teorizada en los años setenta por los expertos en comunicación política Maxwell McCombs y Donald L. Shaw, quienes demostraron que los medios de comunicación eran capaces de conseguir que la población hablase de unos asuntos y desestimase otros, y cómo jerarquizaban la importancia de los diferentes temas. Su teoría se enmarcaba en otra mayor sobre los efectos mediáticos, la cual sostenía que, si bien los medios no podían imponer cómo debían pensar los ciudadanos, sí podían decidir sobre qué habían de pensar.

Desde que McCombs y Shaw publicaron su análisis, se han realizado más de cuatrocientos estudios empíricos corroborando que las noticias ofrecidas por los medios determinan la importancia de estos en la mente de los ciudadanos. 

Una vez que se conoce científicamente la estrecha relación existente entre el contenido mediático y el pensamiento de la sociedad, resulta extremadamente fácil conseguir que el grueso social tenga en la mente los asuntos que convienen a los grupos de poder, y que los argumentos que se utilicen para pensar sean también producto de laboratorio de estos mismos grupos. Si los poderes fácticos quieren que la sociedad acepte unas nuevas reglas de convivencia, solo han de planificar una campaña en los medios en la que se orientará a las personas sobre qué han de pensar y qué argumentos emplear. Evidentemente, el diseño se hará de tal forma que prevalezca la lógica artificial de los argumentos favorables al cambio social.

Del libro (DE LOS MAS VENDIDOS) El dominio mental: La geopolítica de la mente, de Pedro Baños


Comentarios

  1. Este es el verdadero Gran Hermano, el de Orwell, no la porquería de programa basura que lleva ese nombre, aunque también cumple ese cometido de lavado de cerebro y de crear una realidad alternativa.
    Saludos.

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    1. Por desgracia, es sólo una parte del Gran Hermano. El libro lo explica muy bien, debería leerlo todo el mundo que tuviera dos dedos de frente.

      Saludos.

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  2. Ya ni la veo casi. Algún que otro programa, pero prefiero pasar de ella (más bien de los noticieros).

    Saludos Carlos

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    Respuestas
    1. La tele ya no informa, solo entretiene y da espectáculos, además cada vez mas grotescos. A mi cada vez me gustan mas los anuncios, es lo mejor que sale.

      Saludos, Manuel

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  3. En general los medios de comunuicacion tienen como objetivo comun manipular a las masas a criterio de las clases dominantes.

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  4. lamentablemente es absolutamente cierto. somos esclavos utiles y una pequeña elite dirige el circo mundiasl. sino ver el covid , genocidio total

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