La guerra en Ucrania está cobrando un alto precio en vidas humanas para Rusia, lo que ha llevado al gobierno a implementar medidas desesperadas para mantener sus números en el frente.
La región de Moscú ha aumentado significativamente el pago único por alistarse, ofreciendo ahora 1,9 millones de rublos (aproximadamente 22.000 dólares) a aquellos dispuestos a arriesgar sus vidas en el conflicto. Sumado al pago federal de 225.000 rublos, la prima total alcanza los 24.000 dólares por persona, una suma considerable que refleja la urgencia de la situación.
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Este aumento en los incentivos económicos se debe principalmente a la caída en el número de voluntarios. Por orden de Putin, cada región debe entregar un cierto número de soldados por año, una cuota que se está volviendo cada vez más difícil de cumplir. El típico recluta proviene de ciudades regionales deprimidas de Rusia, de las cuales hay decenas de miles. En contraste, los moscovitas, que viven razonablemente bien y disfrutan de una vida urbana en pleno apogeo, muestran poco interés en arriesgar sus vidas para combatir a los supuestos nazis en Ucrania.
Ante esta situación, las autoridades han recurrido a tácticas cuestionables, como realizar redadas contra migrantes para enviarlos con pasaportes rusos al ejército, o presionar a los inmigrantes ilegales para que firmen contratos bajo amenaza de encarcelamiento. Sin embargo, estas medidas no han sido suficientes para cubrir las necesidades de personal militar.
El gobierno ruso continúa aumentando los pagos únicos al registrarse, haciendo que sea económicamente atractivo para los rusos pobres de las regiones viajar a Moscú para alistarse. En Kazán, por ejemplo, se ofrece una "tarifa de referencia" de 100.000 rublos (1.150 dólares) a quienes lleven a un amigo a la oficina de registro militar para inscribirse en la guerra en Ucrania, una práctica que pone de manifiesto la desesperación por reclutar nuevos soldados.
A pesar de estos esfuerzos, Rusia solo puede reclutar entre 25.000 y 30.000 nuevos soldados mensuales, una cifra que resulta insuficiente para reponer las enormes pérdidas sufridas. A finales de julio de 2024, las bajas del ejército ruso alcanzaron la alarmante cifra de más de 570.000 efectivos, entre muertos y heridos. En los últimos dos meses, las pérdidas medias diarias han superado los 1.000 efectivos, una tasa insostenible que está poniendo a prueba los límites de la capacidad de reclutamiento rusa.
La situación se ha vuelto tan crítica que otras regiones también están aumentando los pagos para atraer voluntarios. Sin embargo, el dinero, que antes funcionaba como un poderoso incentivo para conseguir voluntarios, está perdiendo su atractivo. La realidad de la guerra y el alto riesgo de muerte o lesiones graves están superando el atractivo de las compensaciones económicas.
En conclusión, Rusia está luchando desesperadamente por mantener sus números en el frente ucraniano. A medida que las bajas continúan aumentando y los incentivos económicos pierden eficacia, el gobierno ruso se enfrenta a un desafío cada vez mayor para sostener su esfuerzo bélico. Esta situación no solo refleja las dificultades militares de Rusia en Ucrania, sino también las profundas implicaciones sociales y económicas que la guerra está teniendo en la sociedad rusa.
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