Los bebedores moderados parecen vivir más, ¡pero es un mito! Estudios recientes revelan un sesgo oculto en los datos.
La verdad impacta. A primera vista, la afirmación de que los no bebedores presentan tasas de mortalidad más altas que los bebedores moderados parece una contradicción, especialmente conociendo el daño que el alcohol inflige al organismo. Sin embargo, esta aparente paradoja que pone a los bebedores moderados en un pedestal de salud esconde un profundo sesgo metodológico en los estudios tradicionales. Ver Lo que nunca te enseñaron
La distorsión de la categoría "abstemio"
El principal problema reside en cómo se definen y agrupan las poblaciones en la mayoría de las investigaciones históricas que han analizado la relación entre el consumo de alcohol y la salud. Estos análisis suelen dividir a las personas en grupos de comparación, siendo uno de ellos el de los "abstemios" o no bebedores.
La falla crítica es que esta categoría no siempre incluía solo a aquellos que nunca han probado el alcohol (abstemios de por vida), sino que también incorporaba a personas que habían dejado de beber recientemente. La razón de la abstinencia en este subgrupo es clave: muchos habían renunciado al alcohol debido a enfermedades preexistentes o porque eran antiguos bebedores excesivos que ya sufrían daños graves en su salud.
Al mezclar a estos individuos enfermos con los abstemios de por vida, la tasa de mortalidad del grupo de no bebedores se inflaba artificialmente. Este efecto engañoso hacía que, por comparación, los bebedores moderados parecieran ser mucho más saludables de lo que realmente eran. Este sesgo de "enfermos autoexcluidos" es lo que ha generado el mito del "beneficio del trago moderado".
Los estudios modernos corrigen el sesgo
La comunidad científica ha reconocido esta importante limitación. Los análisis más recientes y rigurosos han implementado correcciones cruciales para aislar la verdad sobre el alcohol y la mortalidad.
Primero, ahora se separa a los abstemios de por vida de quienes han dejado de beber. Segundo, se excluyen las muertes tempranas registradas en los primeros años del seguimiento, ya que estas muertes reflejan más las enfermedades crónicas preexistentes que cualquier efecto del consumo de alcohol.
Una revisión sistemática impactante que analizó 107 cohortes, con casi 4.8 millones de personas, demostró que, una vez que estos sesgos metodológicos fueron corregidos, el aparente beneficio del consumo moderado de alcohol se diluía casi por completo. La verdad es que no se encontró una reducción significativa de la mortalidad en quienes bebían poco o moderadamente. Por el contrario, el riesgo de muerte comenzaba a aumentar a niveles relativamente bajos de consumo, y este riesgo se manifestaba antes en mujeres que en hombres.
El factor de estilo de vida y la verdad oculta
Otro factor que complica la verdad es el estilo de vida. Los bebedores moderados suelen presentar, en promedio, mejores características socioeconómicas que los extremos (grandes bebedores y abstemios). Generalmente, tienen mejores ingresos, acceso superior a la atención médica, una dieta más equilibrada y una mayor propensión al ejercicio físico, además de tener menos hábito de fumar.
Si los estudios no ajustan meticulosamente estas variables de confusión, se comete el error de atribuir al consumo de alcohol (por ejemplo, a una copa de vino) lo que en realidad corresponde a un estilo de vida más saludable en general. El supuesto "efecto protector" del alcohol es, a menudo, el reflejo de una mejor salud y de hábitos más beneficiosos en el grupo de bebedores moderados.
El desafío de medir el consumo
La manera en que se mide el consumo también introduce sesgo. Promediar "dos tragos al día" puede agrupar a personas con patrones de bebida muy diferentes. No es lo mismo alguien que toma una copa de vino diaria de forma constante que alguien que se abstiene durante toda la semana laboral y luego consume una cantidad considerable en una sola sesión el fin de semana.
Esta heterogeneidad en el patrón de bebida puede ocultar daños importantes dentro del grupo etiquetado como "moderado". Los atracones ocasionales, incluso si el promedio semanal es bajo, representan un riesgo para la salud cardiovascular y el hígado, una verdad que el promedio simple no logra capturar.
La recomendación de las guías científicas más actuales es clara: si eres de los no bebedores, no hay razón alguna para empezar con la idea de mejorar tu salud. Y si ya lo haces, la recomendación es minimizar el consumo, evitando siempre los excesos. La verdad reside en la moderación extrema, si acaso, o en la abstinencia total.
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