Según diversas fuentes, existen varios casos de bombas atómicas que se han perdido o desaparecido durante la Guerra Fría, ya sea por accidentes, errores humanos o sabotajes.
Las bombas atómicas son armas de destrucción masiva que pueden causar graves daños humanos y ambientales.
Ver también Efectos de una guerra nuclear sobre el planeta
Bombas atómicas perdidas o desaparecidas |
Desde su invención en 1945, se han utilizado dos veces en un conflicto bélico: los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki en Japón, que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no son las únicas bombas atómicas que se han detonado o lanzado en la historia.
Uno de los términos que se utiliza para referirse a estos casos es "flecha rota", que significa un accidente durante el manejo de un arma nuclear o sus componentes sin que haya una detonación o se arriesgue un conflicto atómico. Según el historiador naval y analista en asuntos de defensa Eric Grove, Estados Unidos ha perdido unas siete bombas, la mayoría en los años 50, al inicio de la Guerra Fría. Por ejemplo, en 1958, una aeronave militar B-47 con una bomba de hidrógeno a bordo colisionó con otro avión y tuvo que lanzar la bomba al mar cerca de Savannah, Georgia. La bomba nunca fue recuperada y se cree que está enterrada bajo el lodo.
Otro caso famoso es el del bombardero B-52 que se estrelló en 1968 cerca de la base aérea de Thule, en Groenlandia. El avión llevaba cuatro bombas termonucleares y una de ellas se fragmentó en el impacto. Los restos radiactivos se esparcieron por el hielo y se inició una operación secreta para limpiar la zona. Sin embargo, algunos documentos desclasificados sugieren que no se recuperaron todos los componentes de la bomba y que podrían haber sido robados por agentes soviéticos.
No solo Estados Unidos ha perdido bombas atómicas. La Unión Soviética también tuvo varios incidentes con su arsenal nuclear. Uno de los más graves ocurrió en 1966, cuando un bombardero Tu-16 se incendió en el aire y soltó dos bombas nucleares sobre la región de Kara-Kum, en Turkmenistán. Las bombas no explotaron pero liberaron material radiactivo que contaminó el área. Las autoridades soviéticas evacuaron a los habitantes locales y enterraron las bombas bajo toneladas de arena y hormigón.
Además de las bombas perdidas por accidente, también hay rumores de que algunas bombas atómicas han sido robadas o desviadas por grupos terroristas o países hostiles. El escritor británico Frederick Forsyth afirmó en su novela "El puño de Dios" que Irak había obtenido una bomba nuclear portátil de origen soviético durante la Guerra del Golfo. Según Forsyth, los rusos produjeron unas 250 bombas portátiles y que 100 de ellas se extraviaron. Los rusos aseguran que todas fueron destruidas pero Forsyth cita fuentes anónimas que afirman lo contrario.
No hay una cifra exacta de cuántas bombas atómicas andan perdidas o desaparecidas en el mundo. Algunas podrían estar ocultas bajo el agua, el hielo o la tierra. Otras podrían haber sido recuperadas por gobiernos o grupos clandestinos. Lo cierto es que estas armas representan un riesgo potencial para la seguridad y la paz mundial. Por eso, es importante que existan tratados internacionales para evitar el desarrollo y utilización de armas atómicas y para controlar su almacenamiento y transporte.
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