Es difícil de creer, pero este hombre ha mantenido su brazo en alto durante más de 45 años.
Sadhu Amar Bharati, originario de la India, asegura haber levantado su brazo derecho como un acto de devoción al dios hindú Shiva. Lo que comenzó como un gesto de fe en 1973 se ha convertido en un símbolo de su profunda espiritualidad y compromiso religioso. Durante más de cuatro décadas, su brazo ha permanecido elevado, paralizado en el aire, sin descanso.
Ver India tercera economía mundial en 2030
El resultado de este acto extremo es evidente en su brazo. Los músculos se atrofiaron, la circulación se deterioró, y los huesos quedaron inmóviles en una posición rígida. Sus dedos se han encogido y marchitado, formando un puño cerrado que parece congelado en el tiempo. Las uñas han crecido de manera descontrolada, volviéndose largas y retorcidas, y el brazo en sí ha perdido toda funcionalidad práctica, convirtiéndose en un símbolo físico de su renuncia.
La historia detrás de este gesto es tanto personal como espiritual. En 1970, Amar Bharati tomó una decisión radical: abandonó su vida mundana. Dejó su trabajo, a su esposa y a sus tres hijos para dedicarse por completo a la adoración de Shiva, uno de los dioses más importantes en el hinduismo. Sin embargo, después de tres años de vida ascética, sintió que todavía estaba demasiado atado a las comodidades y deseos terrenales. En un esfuerzo por desprenderse de los "placeres carnales" y materialistas, decidió levantar su brazo derecho y nunca volver a bajarlo.
Este sacrificio es visto en las tradiciones religiosas hindúes como una forma extrema de ascetismo y renuncia, una práctica común entre los sadhus, hombres santos que renuncian a los placeres mundanos para alcanzar la iluminación espiritual. Bharati, al elevar su brazo, busca trascender el apego a lo material y demostrar su total entrega a Shiva.
En la actualidad, su cuerpo refleja las consecuencias físicas de su decisión: el brazo, ya completamente inmovilizado, ha perdido la capacidad de bajar debido a la rigidez muscular y ósea que se ha desarrollado con los años. Sin embargo, para Bharati, el sacrificio no es doloroso; al contrario, es un símbolo de su fe y de la libertad que siente al desprenderse de las limitaciones del cuerpo.
La historia de Amar Bharati también ilustra el poder de la devoción y el sacrificio en las prácticas religiosas extremas. Para muchas personas, este tipo de actos son difíciles de entender desde una perspectiva cotidiana, pero en el contexto de la espiritualidad hindú, se consideran un camino hacia la trascendencia y la comunión con lo divino.
Su historia ha llamado la atención no solo en la India, sino también a nivel mundial, como un ejemplo de cómo la fe puede llevar a actos extremos de resistencia y renuncia personal. Sin embargo, plantea preguntas profundas sobre los límites de la devoción y la relación entre el cuerpo, la mente y la espiritualidad. ¿Hasta qué punto puede un ser humano sacrificar su bienestar físico en nombre de su creencia? Para Bharati, su brazo elevado es un recordatorio constante de su compromiso, un símbolo físico de su camino hacia la iluminación espiritual.
Y tú, ¿qué opinas?
Te invito cordialmente a compartir esto con todos tus amigos. Tu apoyo significa mucho. ¡Gracias de antemano!
Comentarios
Publicar un comentario