Siempre he considerado la historia de Puyi como profundamente trágica, desde que leí sobre él por primera vez hace años.
En 1908, fue coronado emperador de China a la edad de solo dos años. A partir de ese momento, Puyi fue considerado un "Dios viviente". Lo separaron de su padre y madre y lo colocaron en el trono en la Ciudad Prohibida de Pekín.
La Ciudad Prohibida era un lugar increíblemente solitario. Contaba con más de 8.000 habitaciones, la mayoría de ellas en mal estado y deshabitadas. Lo único que se le permitía al niño en términos de afecto materno era la presencia de su nodriza, una joven madre que lo amamantaba y había sido traída para cuidarlo. Cientos de eunucos atendían todas sus necesidades, ya que solo se permitía la entrada de eunucos a la corte; los hombres "intactos" no podían estar en presencia del emperador, ni de sus esposas ni concubinas.
Así que, ahí estaba, un niño de dos años, coronado emperador por su tía abuela después de su muerte. Lo único que deseaba era a su madre, pero ya no se le permitía verla. Lloraba por sus padres, pero su contacto con ellos estaba completamente prohibido. Fue criado por eunucos, hombres castrados con voces estridentes, vestidos con túnicas largas. Estos eunucos no podían negarle nada ni disciplinarlo de ninguna manera efectiva, lo que llevó a que Puyi creciera profundamente perturbado. A los cuatro años, su querida nodriza fue despedida abruptamente, y para entonces su madre ya había muerto, dejándolo completamente solo, sin una figura materna y con una gran cicatriz emocional.
Los eunucos también vivieron una historia trágica. Sun Yaoting, quien murió en 1996, fue el último eunuco sobreviviente conocido. Fue castrado a los ocho años con la esperanza de servir a Puyi, pero nunca llegó a cumplir ese propósito, ya que Puyi fue depuesto solo unos meses después, en 1912. Todo en esa época era sombrío y desesperanzador.
Puyi fue brevemente restaurado como emperador por un señor de la guerra, solo para ser depuesto de nuevo antes de alcanzar la mayoría de edad. En 1934, con poco más de veinte años, Puyi fue instalado como emperador títere de Manchuria por los japoneses. Sus esposas y concubinas fueron esterilizadas en secreto por los japoneses para evitar que tuvieran hijos, asegurando que Japón podría "heredar" su trono. Cuando Japón perdió la guerra en 1945, Puyi fue clasificado como "criminal de guerra" y encarcelado. Al igual que Sun Yaoting y otros que lo sirvieron, Puyi nunca tuvo la libertad de ser su propio hombre, o cualquier tipo de hombre.
El último emperador murió de cáncer en 1967, durante el apogeo de la Revolución Cultural. Fue sacado de su cama en el hospital y colocado en la "Sala Común", donde las enfermeras temían atenderlo o proporcionarle analgésicos, por miedo a ser acusadas de dar un trato preferencial a un ex noble. Así, Puyi pasó de ser un "Dios viviente" a un plebeyo ignorado y maltratado, a lo largo de una vida marcada por la tragedia de 61 años. Toda su existencia, desde el trono hasta la sala común, fue un reflejo del profundo sufrimiento y las limitaciones que definieron su época.
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