Japón tuvo una postura clara y definida sobre el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial, que fue bastante diferente de otras potencias del Eje como la Italia fascista, que tuvo una respuesta compleja y cambiante a la "cuestión judía". Japón no albergaba ninguna mala voluntad hacia los judíos. Irónicamente, fue uno de los lugares más seguros para los judíos durante la guerra. A pesar de ser un aliado de la Alemania nazi, Japón aceptó a miles de refugiados judíos e hizo todo lo posible para alojarlos, otorgándoles visas de por vida. Los nazis criticaron las acciones de Japón y pidieron que participaran en el Holocausto, pero Japón se negó. El Ministro de Relaciones Exteriores japonés de ese momento declaró: "Soy el hombre responsable de la alianza con Hitler, pero en ninguna parte he prometido que llevaríamos a cabo sus políticas antisemitas en Japón. Esta no es simplemente mi opinión personal, es la opinión de Japón, y no tengo reparos en anunciarla al mundo"