Hace unos cinco años, salió a la venta en Corea del Sur un aparatito muy curioso. Era como un teléfono móvil, pero servía para detectar mentiras . Su funcionamiento consistía en que notaba ciertas vacilaciones en la voz fuera de la percepción normal que delataban al mentiroso . Chimpancés, simios, mentira Cada vez que reconocía una mentira pitaba. También funcionaba aplicado a cualquier teléfono. ¿Lo conocía usted? Lo dudo, porque fue un fracaso y casi ya no se comercializa. Parecía que iba ser un gran éxito. Imagine sus aplicaciones: un político hablando ante una muchedumbre (o por TV) y cientos de miles de estos aparatos pitando sin parar, la mujer (o el marido) que descubren los trapos sucios de su pareja; y así, una lista interminable. ¿Se lo imagina? Lo que parecería que iba a erradicar para siempre un pecado, convirtiendo nuestra vida en un infierno. Tal vez la mentira no sea tan mala, es el pegamento que mantiene unida a la sociedad. No podemos ni queremos ni sabemo