En los años 90, el aeropuerto de Ámsterdam-Schiphol estuvo al borde del cierre debido a un problema particularmente repugnante e incontrolable. El problema estaba en el último lugar que cabría esperar: los aseos, ¡más precisamente los aseos de hombres! De hecho, muchos hombres tenían la desagradable costumbre de orinar en cualquier lugar, salpicando alrededor de los urinarios. Era una situación realmente desagradable y difícil de manejar. El inodoro fue diseñado para facilitar estas salpicaduras, con paredes verticales que no dirigían el chorro de orina hacia abajo. Esta situación tuvo graves consecuencias: importantes problemas de higiene, aumento de los costes de limpieza y una mala imagen para el aeropuerto. Los responsables lo intentaron todo: carteles, campañas de concienciación, pero nada funcionó. Fue entonces cuando a Aad Kieboom, un empleado del aeropuerto, se le ocurrió una idea brillante, sencilla y, sobre todo, muy efectiva: hizo dibujar una mosca en el centro de cada urin
Tres temores horribles sin duda. De todos los que existen el que mejor asumo es el inevitable, el que no podría ser de otra manera, el que no se puede luchar contra él. Es malo también, pero te da la tranquilidad de que no depende de ti para solucionarse, por lo que te descarga de culpabilidad o responsabilidad. Lo imprevisible me saca de quicio. Es lo que peor llevo.
ResponderEliminarUn saludo.
Cayetano, lo imprevisible forma parte de la materia prima de la vida, es mejor aceptarlo y tener planes maestros al respecto.
EliminarSaludos